El truquito

No toques siempre lo mismo

9/8/20242 min read

Varita mágica transformando un bajo eléctrico
Varita mágica transformando un bajo eléctrico

Todos los músicos, incluyendo los que te encantan, tienen sus truquitos, y han sido sus preciados tesoros a lo largo de toda su carrera, desde que tenían doce años y rasgaban el bajo que les regaló mamá. En toda prueba de sonido, al probar un instrumento en una tienda, después de afinar en el local de ensayo, cuando te dan a probar el bajo de otro, es el momento de hacer lo que mejor te sale: tu colección de truquitos.

Lo que nos sale bien, por ejemplo, ese truquito que nos permite hacer tresillos de slap con toda facilidad. O ese otro que nos permite hacer descensos rápidos de una escala o fraseo con técnica de raking. O ese otro que consiste en tocar una frase rápida con hammer-ons y pull-offs. Nos encantan. Son adictivos. En el momento que los aprendes resulta difícil resistirse a practicarlos cuando entras en tu habitación y ves el bajo sobre la cama. Estás en el trabajo y se te va la cabeza pensando en el último truquito que has descubierto, y estás deseando llegar a casa para coger el bajo y tener tu momento de truquitos. El truquito cumple una función esencial en la vida de todo músico. Al generar ilusión y confianza, motiva al músico para seguir practicando... para encontrar nuevos truquitos que añadir a la colección.

Pero es un arma de doble filo. El truquito te atrapa de tal forma que te acaba sometiendo. Recuerda que es adictivo, por lo que si no llevas cuidado, acabas trabajando para él. Ya no eres un bajista haciendo música, sino una colección de truquitos. Todo lo que no consigues controlar, te controla. Por eso es fundamental controlar los truquitos. ¿Cómo? Con un poco de nuestra vieja amiga: la disciplina. ¡Noooooo! Calma, no se trata de reprimirse y darse una bofetada cada vez que coges el bajo y se te escapa un truquito. No. Es mejor pensar de forma creativa. Los truquitos, a fuerza de repetirlos, aburren, como una ensalada con solo tomate. Pero si los mezclas con otros ingredientes, se ven reforzados y brillan todavía más. Por ejemplo: intercala uno de tus truquitos en medio de un montón de notas sin sentido, como experimento. El contraste que se crea entre lo fascinante y lo menos fascinante, lo atonal, lo estresante y disonante, actúa como gancho para el oído.

Sal del círculo vicioso. Deja que los dedos vayan donde quieran aunque el resultado sea inaudible. Trata de tocar algo distinto a lo de siempre. Eso es lo que te hace avanzar. Puede ser cualquier cosa, como algo que sueles tocar pero a velocidad distinta, o a un ritmo distinto, o variando la duración de las pausas entre notas. Ya has roto el patrón. Has encontrado algo nuevo. Eso refuerza tu imaginación. Intenta sacar una canción de oído. Cualquiera. Incluso una que no te guste. Aunque no consigas más que un trozo. Tu mente ha trabajado, tu memoria auditiva se ha esforzado y aunque parezca poco lo que has conseguido, la playa está hecha de granos de arena. Otro día importante.

El truquito produce un goce sensual en los dedos porque lo difícil se ha vuelto fácil. Al mismo tiempo, cuesta aventurarse fuera del truquito, allí donde lo fácil se vuelve difícil. Pero es el único camino para encontrar nuevos truquitos.